Este verano algunos estuvimos mirando
durante horas el cielo esperando ver estrellas fugaces el día de San Martín, y
algunos no pudimos evitar buscar la señal de algún satélite de los miles que
están dando vueltas por nuestro planeta y que nos permiten llamar por teléfono,
pasearse por el google-maps o ver la TV. No creo que viera ninguno pero tuve
tiempo de preguntarme si constaban matriculados y si pasaban la ITV los
satélites espaciales.
El pasado 11 de setiembre de 2013 Abertis anunció que quiere duplicar el tamaño
de HISPASAT (CEO Carlos Espinós) para superar en 2022 unos ingresos de 600
millones. Abertis adquirió entre 2008 y 2013, el 57,05% de Hispasat, el operador español de
comunicaciones por satélite, que logró en 2011 una cifra total de 187,5
millones de euros (3,4% más que el 2010).
Los
satélites de HISPASAT permiten ofrecer una cobertura a América, Europa y África.
Su sistema de comunicaciones por satélite incluye satélites colocados en tres
posiciones orbitales: una posición transatlántica, 30º Oeste, en la que se
ubican los satélites, Hispasat 1C, 1D, Hispasat 1E y Spainsat; una posición
americana, 61º Oeste, en la que se ubican los satélites Amazonas 1 y Amazonas
2, y una posición oriental, 29º Este, en la que se ubica el satélite Xtar-Eur.
Desde el
derecho público, uno percibe la figura de un uso común especial del demanio
público extraterrestre y se pregunta a quien debe pedirse permiso para realizar
fletes de satélites en uno de esos supuestos en que el estado queda pequeño
para asuntos de alcance mundial. A tal efecto, el interés público mundial ha requerido
la creación, bajo el
paraguas de la ONU, de la Comisión sobre la Utilización del Espacio
Ultraterrestre con Fines Pacíficos,
que es el único foro internacional de desarrollo de derecho internacional del
espacio, habiendo tramitado cinco tratados entre estados y con organismos
internacionales, que regulan temas como los principios reguladores de la
actividad de exploración y uso del espacio exterior, incluida la luna y otros
cuerpos celestes (1967), el rescate
de astronautas y objetos (1968), la responsabilidad por daños causados por objetos espaciales (1972) o el registro de
objetos lanzados al espacio ( 1976), todos ellos bajo el principio de que la
exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros
cuerpos celestes, deberán
realizarse en beneficio e interés de todos los países, sea cual fuere su grado
de desarrollo económico y científico, e incumben a toda la humanidad.
Dicha
Comisión también ha fomentado la aprobación por la Asamblea General de la ONU de
declaraciones y principios, entre las
que es interesante destacar la declaración de 1996 sobre la cooperación
internacional en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre en
beneficio e interés de todos los Estados, teniendo especialmente en cuenta las
necesidades de los países en desarrollo, que
fomenta el desarrollo de relaciones contractuales “equitativas y razonables, y
deben respetar plenamente los derechos e intereses legítimos de las partes
interesadas, como, por ejemplo, los derechos de propiedad intelectual”
El registro
de objetos lanzados al espacio exterior se realiza no directamente sino a
través de los estados miembros, que son los firmantes de los tratados, y son
los que proveerán a la secretaria de la Comisión de la información de los
lanzamientos. En 2012 56 estados habían ratificado, 4 estados firmado y 2 organizaciones internacionales (Agencia
espacial Europea y Organización europea para la explotación de satélites
meteorológicos) habían aceptado el tratado de Registro, de modo que 93.5% de
los objetos funcionales en el espacio (satélites,
pruebas, aterrizadores, naves, componentes de la estación espacial, etc) han
sido registrados con la siguientes información: nombre del país de lanzamiento,
designación del objeto espacial o número
de registro, fecha y lugar de lanzamiento, parámetros básicos orbitales y
función general del objeto espacial.
En cuanto a
la ITV, surgen dudas pero apostaría a que no existe un organismo mundial de
comprobación de que los paneles o las antenas se hallen en buen estado de uso
para la seguridad del tráfico espacial.
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